Por Luis R. Decamps R.
Digitelpress, redacción Europa en español, 9 de marzo de
2015
Es una verdad de Perogrullo que, ateniéndose
a la más elemental preceptiva de la “realpolitik”, un partido siempre debe
presentar al electorado a su candidato de mayor popularidad, y no hacerlo (sin
importar las raz ones que se esgriman) no sólo resultaría incomprensible
(porque el objetivo “prima facie” de la participación en unos comicios es
ganar) sino que lindaría con las fronteras de lo absurdo desde el punto de
vista de la existencia misma de la entidad.
Ese aserto se hace mucho más lógico e
irrefutable cuando se trata de una batalla de carácter electoral en el gran
frente ciudadano que entraña el proceso para la escogencia de la máxima
autoridad ejecutiva de un Estado (que se convertirá en el mandatario
constitucional de la nación), sobre todo porque es, también en principio y bajo
las apariencias primarias, una selección que determinará la “dirección
institucional” de éste y, muy probablemente, el derrotero económico y cultural
de la sociedad para el futuro inmediato.
Por eso, fundamentalmente, sorprende que tantos
d irigentes duchos y avispados del Partido de la Liberación Dominicana (PLD),
contrariando abiertamente las “normativas” tradicionales al tenor de la
“sujeción a las realidades” que en otras circunstancias han defendido con uñas
y dientes aún situándose de espaldas a la ética boschista, ahora encabecen o
sean parte de una recia y aparentemente indoblegable resistencia interna frente
a la opción continuista (vigorosa, según casi todos los estudios de opinión)
que encarna en estos momentos el presidente Danilo Medina.
(Por supuesto que las investigaciones de
opinión son una mera “fotografía” del momento y, por lo tanto, reflejan hechos
o situaciones que pudiesen variar en el porvenir inmediato -los dones de
la premonición y la infalibilidad son ajenos a los negocios humanos-,
pero la constante y focalizada repetición de esos “flashes” de imágenes son el
principal instrumento de pronóstico electoral del mundo actual y, su
bsecuentemente, la “guía práctica” mas confiable para la acción política...
Nadie está obligado a creerlo, pero lo que dicen esas indagatorias
socio-políticas sobre la popularidad del licenciado Medina -se esté o no de
acuerdo con su reelección- ha sido una constante hasta el momento en que se
escriben estas notas).
Es cierto que esa resistencia básicamente se
expresa desde los fortines de la alta y la media dirigencia del peledeísmo
(puesto que en las bases el clamor por la repostulación del licenciado Medina
aparenta haber encontrado mayores y más entusiastas adhesiones), pero el
problema es que el concurso de éstas, debido la importancia y la
experticia políticas de quienes las representan, es absolutamente necesario
para garantizar que toda la maquinaria electoral morada resulte debidamente
“engrasada” y marche de manera cohesionada en la dirección reeleccionista.
(Las ac titudes al respecto de las entidades
que integran el denominado Bloque Progresista son más curiosas aún: pese a que
el grueso ha evadido ladinamente participar en la controversia, hay quienes no
esconden su hostilidad a la idea de la repostulación del licenciado Medina,
como la FNP de los Castillo, o quienes condicional su apoyo a una renegociación
de su nivel de presencia en la administración pública, como el BIS del
licenciado Peña Guaba... En el caso del MODA, nuevo aliado del PLD, el asunto
está claro: las tratativas, más allá del parapeto partidario, fueron con el
doctor Fernández, y sería raro muy que éste estuviera “atajando para que otro
enlace”).
De todos modos, la cuestión es que -por donde
quiera se mire- el proyecto reeleccionista, a contrapelo de los auspiciosos
destinos que le atribuyen las encuestas y los muestreos de opinión, no
parece acabar de prender y arrancar, y sus principales portavoces lucen aislado
s o empantanados: no hay un movimiento político definido al respecto, no hay
una estructura de vocería claramente identificable, ni tampoco hay un aparato
de opinión mediática que le sirva de atalaya al imaginario repostulacionista o
sea su escudo frente a los embates de los opositores... Por el momento es,
pues, una idea, una bulliciosa y vacua idea, y nada más.
Esos baches del camino que podría conducir a la reelección
del licenciado Medina parecen tener orígenes ambiguos, difusos o poco
discernibles: aparte de que no es fácil hacer andar una idea respecto de cuya
pertinencia no se ha pronunciado ni siquiera sutilmente su propio
portaestandarte y beneficiario, no se sabe si el aislamiento y la parálisis son
el resultado de las propias limitaciones de sus propagandistas actuales (falta
de influencia real en las estructuras del PLD, e impotencia frente a las maniobras
y zancadillas de sus adversarios internos) o del temor ante los chan tajes
públicos de los importantes sectores de la sociedad civil (poderes fácticos,
organizaciones y personalidades de nuestros tabernáculos de opinión) que se han
pronunciado en contra.
Lo otro, valga la insistencia, son los
cachivaches del PLD y sus entornos: individuos de gran nombradía (caricaturas
de los “jarrones chinos” de los que habla don Felipe González) que restan más
que lo que suman, pero que, en razón de que se sienten preteridos en el
gobierno del licenciado Medina, no sólo disparan con armas retóricas de alto
calibre en dirección a que este último no pueda optar por un nuevo período sino
que lo hacen desde trincheras bastante seguras: el sector interno que lidera el
doctor Fernández y las curules legislativas... Son, ciertamente, personalidades
descollantes o dirigentes de alguna influencia en las estructuras partidarias
que bajo otras circunstancias (porque los voceros de esta administración no
tienen el grado de “indecencia” y belicosidad de sus pares anteriores) no
se atreverían a apostar tan abiertamente contra la repostulación, y que, desde
luego, esconden su animadversión para con ella tras los biombos de una
aparentemente sesuda reflexión política o constitucional.
(No se puede menos que sonreír ante los
“argumentos” de los cachivaches: uno que fue el autor de las tesis
jurídico-constitucionales destinadas a validar por esta misma fecha en 2012 la
repostulación del doctor Fernández, ahora sostiene que “no hay tiempo”; otro
que sostuvo en la época que Bosch “no era antirreeleccionista por principio” y
que si viviera “hubiera apoyado la repostulación de Leonel”, hoy sostiene que
eso “no es conveniente ni para el PLD ni para el país”; y un tercero que ha
dicho reiteradamente que “en política se hace lo que conviene”, ha roto con su
proverbial tendencia a intervenir en todo debate político nacional y, en este
ocasión, se ha sile nciado absolutamente... No es sólo que “donde dije digo
dije Diego”, sino que “en boca cerrada no entran moscas”... De cierto os digo,
hermanos míos, que si la discusión no fuera tan trágica para la nación,
resultaría verdaderamente divertida).
En cuanto a los partidos que se definen como de
oposición, casi todos -con diferentes niveles de decibelios y gestos tan
diversos que a veces confunden- se han manifestado en contra de una
modificación del texto constitucional que viabilice la repostulación del
licenciado Medina (unos con elaborados alegatos de carácter
histórico-constitucional y los más con lugares comunes del perifoneo político),
y en ese sentido obviamente están mostrando su preferencia por competir con
otro candidato oficialista, que podría ser el doctor Fernández (después del
presidente, el mejor “activo electoral” del PLD, pese a Quirino y su peligrosa
fanfarria “made in USA”), o uno de los pequeños aspi rantes que pulsean en el
escenario interno del peledeísmo... La postura, claro está, en general es
entendible y certera desde la mira de la “política factual”.
Por otra parte, es obvio que la discusión en
torno a la “ingeniería” constitucional de la reforma también está en estos
momentos exclusivamente supeditada a los intereses de los grupos internos del
PLD y sus apoyaturas externas en los poderes fácticos, y si bien es cierto que
algunos de los seguidores del doctor Fernández pierden los estribos cuando se
les habla de este tema (hubo uno que hasta llegó a afirmar -¡caradura,
caradura!- que el proyecto reeleccionista “es una trampa de la sociedad civil”
y de la oposición), no lo es menos que la inmensa mayoría de sus componentes ya
luce dispuesta a “discutirlo” y, en consecuencia, a examinar la posibilidad de
arribar a acuerdos en este sentido... Cubrir este bache adecuadamente, haciendo
caso omiso a los cachivaches, es uno de los retos nodales de los auspiciadores
del proyecto reeleccionista.
En adición a lo que se ha afirmado
precedentemente, conviene recordar que si bien los lados visibles de la aludida
“ingeniería” son políticos, aritméticos y económicos (y únicamente podrían
encararse satisfactoriamente con la “acción” directa de los “grandes ligas” del
PLD, que no son precisamente muy cercanos al danilismo), también hay unos
costados jurídicos y emocionales (en los cuales habría que pagar un costo
ético, social e histórico que se desconoce si el licenciado Medina estaría
dispuesto a sufragar) que es necesario considerar... Todo eso, como es notorio,
actualmente constituye un poliedro de difícil manejo para políticos de “ligas
menores”.
En suma: los promotores del proyecto
reeleccionista, si es que desean hacer viable su cometido, tendrán que
emplearse a f ondo en una tarea “duple” de monumental envergadura: cubrir
los evidentes baches del camino y apartar los cachivaches que se les atraviesan
en cada recodo de su aún apocado recorrido...
Quien escribe duda de que puedan
acometer semejante empresa (pues carecen de la estatura política y las
capacidades estratégica y de “amarre” que sólo el propio presidente Medina
podría tributarles con una intervención personal), pero como en estos
menesteres se sabe que dos más dos no son necesariamente cuatro -con permiso de
las matemáticas y sus genios de todos los pelambres-, todavía tendremos que
esperar para ver el desenlace postrero de la tragicomedia en marcha... El autor
es abogado y catedrático universitario
La autora es periodista
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