Himno a la Patria

martes, 27 de enero de 2015

Brechando el tiempo

Leonel y el legado histórico de Balaguer




Por Luis R. Decamps r.

Digitelpress, redacción Europa en español, 26 de enero de 2015
     El doctor Leonel Fernández acaba de hacer, si es exacta la reseña periodística de un acto de proselitismo en el que fungió como orador principal, la mejor apología reivindicatoria que se le ha hecho al doctor Joaquín Balaguer como político y estadista desde fuera de su ya decrépita capilla partidista: l e otorgó pasaporte de validez a la célebre expresión de éste en el sentido de que el país que le entregaba a aquel en 1996 era “como un avión listo para despegar”.
   En la misma dirección conceptual, el ex mandatario, obviando seguramente adrede cualquier otro costado de las gestiones gubernativas reformistas, enfatizó que el caudillo de Navarrete “hizo extraordinarios aportes al desarrollo y el progreso de la nación, principalmente con la construcción de importantes obras de infraestructura”, y que “la nueva generación, representada por el PLD, hizo realidad lo dicho por Balaguer, al triplicar el Producto Interno Bruto (PIB) de la nación, generando así un hecho sin precedentes en la historia del país”.
   (Es probable que alguien responda a lo afirmado en el primer párrafo de estas notas invocando el desvarío congresual de 2003 que erigió a Balaguer en “Padre de la Democracia”, pero los alcances de este conato de reivindicación -contenido como ripio de una pieza votada y promulgada por sus antiguos adversarios perredeístas en un arrebato de politiquería reeleccionista, pero que aún hoy se asimila como una tomadura de pelo- no guarda ningún parecido con el de Fernández: éste entraña mucho más que un mero intento de borrar de un lenguetazo -que no de un plumazo- todo el tramo de la historia dominicana que comienza en 1966 y termina en 1996).
   Como si dijéramos: Balaguer, con sus fructíferas y p aradigmáticas ejecutorias (o “extraordinarios aportes al desarrollo y el progreso de la nación”) sentó las bases de la prosperidad y el bienestar de los dominicanos, y los gobiernos del PLD, en calidad de herederos de éste (los peledeístas, según parece insinuar Fernández, constituyen hoy “la nueva generación” del balaguerismo) han convertido esta media isla en un verdadero paraíso terrenal… En consecuencia, a reformistas y peledeístas (unos balagueristas de ayer y otros de hoy) les debemos la sociedad idílica (inclusiva, con instituciones ejemplares, educada y civilista, absolutamente incorrupta, sin pobres, libre de delincuencia, con una salud pública envidiable, exenta de apagones, justa, solidaria, etcétera, etcétera) en la que vivimos…. (¡Aleluya! ¡Aleluya! ¡Aleluya!).
   (Insistamos, como qu iera: se puede decir cualquier cosa en defensa de Balaguer -inclusive sin importar que sea con el fin de buscar justificación para las acciones propias que antes se abominaban-, pero la Historia siempre presenta un problema insoluble para cuneros, conversos y tránsfugas del pensamiento y la actuación políticos: está escrita, y si bien puede ser objeto de ocultamientos, tergiversaciones y hasta tachaduras parciales, no se puede borrar: permanece intacta y disponible en textos y archivos para todo aquel que desee saber lo que realmente ocurrió… Claro -excúsenme de nuevo-, si es que interesa).
   Ahora bien, ¿todo eso que afirma el Fernández responde a la verdad? ¿Las administraciones de Balaguer pueden ser consideradas simple y llanamente bienhechoras para la sociedad dominicana en general? ¿No tien en esas administraciones grandes nubarrones y sombras que litigan con sus luces? ¿Le entregó Balaguer a Fernández un país al que sólo había que hacerlo “despegar” y virtualmente ponerle el “piloto automático”? ¿La democracia dominicana tiene la “extraordinaria” deuda de gratitud con el líder reformista que le “reconocieron” los legisladores dominicanos como contrabando político y que ahora proclama el presidente del PLD como verdad histórica?
   En términos estrictamente prácticos la respuesta en principio no parece muy grata para los alegatos de Fernández: si todo eso es cierto (es decir, si Balaguer fue una “chulería” como gobernante y dejó en 1996 un Estado sano, una economía en buena marcha y una sociedad sin mayores dificultades), entonces el gobierno que él encabezó entre 1996 y 2000 fue un estrepitoso fracaso, pues en este período no sólo se deprimieron todos los indicadores económicos fundamentales de la nación (hasta el punto de que la deuda pública interna se quintuplicó, las arcas del Banco Central quedaron exhaustas y los peledeístas en el poder fueron estigmatizados como “comesolos” y corruptos) sino que reprobó la evaluación popular: el PLD fue contundentemente derrotado en las elecciones del último año.
   (No ignoro los argumentos a contrario en el sentido apuntado: en aquel primer gobierno del doctor Fernández se acometieron reformas políticas, hubo “estabilidad macroeconómica” y todavía el grueso de los balagueristas del PRSC no habían oficiado su conversión en peledeístas… Los alegatos pudieran ser admisibles o no, pero los hechos son los hechos: los dominicanos estuvier on tan frustrados con esa administración que el PRD aplastó al PLD en las elecciones de 1998 con un 51.34% contra el 30.38% de los sufragios, en las de 2000 con 49.87 frente a 24.94 y en las de 2002 con 42.41 versus 28.81, y probablemente lo hubiera hecho también en 2004 si no se le atraviesa en el camino la hidra de siete cabezas de Baninter… ¿Moraleja? O el líder reformista no dejó el país como dijo, o el líder peledeísta hizo un tollo de gobierno… Escoja usted lo que mejor le acomode).
   La verdad histórica, de todos modos, dista bastante de lo que sostiene Fernández: el pensamiento polìtico de Balaguer fue en términos filosóficos, por así decirlo, una “ideología de la transición”, y no sólo debido a que se perfiló entre la agonía de la dictadura de Trujillo y el nacimiento de la democracia si no también -y fundamentalmente- porque a la postre implicó -tanto en sus tendencias conceptuales como en sus aspectos operativos- un virtual maridaje de la racionalidad de la primera con la de la segunda… Esto le permitió gobernar como un déspota ilustrado entre 1966 y 1978, y como un demócrata de postín entre 1986 y 1996.
   (No debe confundirse el concepto de ideología con el de doctrina: donde quiera que haya un conjunto mas o menos organizado de creencias o ideas -aunque sean instintivas o primitivas- hay una ideología, pero para que ésta alcance la estatura de la doctrina requiere un cierto nivel de elaboración y sistematización conceptuales, es decir, convertirse en un cuerpo de concepciones basadas en reflexiones y razonamientos organizados e intelectualmente leíbles y “trabajables”… Todos tenemos una o varias ideologías, pero no todos abrazamos una doctrina).
   Acaso por ello, la visión balaguerista de la política y el Estado, a diferencia de lo que creen prosélitos y adversarios, se encuentra más a tono con los preceptos de Azorín que con los de Maquiavelo -incluyendo las nostalgias culturales humanísticas y los arrestos totalitarios-, y muchos de sus reclamos de “sentido práctico” son simples ejercicios de politiquería en el contexto de una estructura de ideas adscrita en buena parte a los dogmas del conservadurismo y a los viejos criterios sobre el gobierno como “fuente fundamental” de la autoridad social… No en vano Balaguer, en tanto animal político, nació, vivió y murió en el centro o en las cercanías del poder.
   El balaguerismo fue, en esencia, una ideología política que se quedó a medio camino entre el despotismo y el liberalismo, y en tal virtud dio a la luz gobiernos que en los decenios de los años sesenta, setenta y ochenta desempeñaron con “éxito” en la República Dominicana el rol de “regímenes de seguridad nacional” (pautado por los intereses estadounidenses en el marco de la Guerra Fría) que en casi toda la América les correspondió a las dictaduras militares, y en los decenios de los ochenta y los noventa asumieron la catadura democrática que exigían la quiebra del modelo comunista y la racionalidad política advenida tras la caída del muro de Berlin… Por eso, Balaguer afirmó en la época que él no había cambiado “sino las circunstancias”.
   Convencido de que esos asertos no son ajenos al entendimiento de todo el que siguió aunque fuese desde las gradas la política continental de la segunda mitad del siglo XX, las consideraciones de Fernández acerca de lo que ha acontecido en el país en las dos últimas décadas me han martillado la sesera en un sentido que podría ser imputado de nostálgico por quienes se afanan actualmente en olvidar la historia reciente del país: al margen de lo que opinen ahora los viejos dirigentes morados que tanto combatieron los gobiernos de Balaguer, puedo asegurar sin temor a equivocarme que el profesor Juan Bosch, donde quiera que se encuentre, debe estar echando chispas ante semejantes aseveraciones de su discípulo predilecto.
   La razón de ello es simple: el boschismo (con sus diversos matices y representaciones directas o indirectas, pero siempre a partir de una cosmovisión basada en el humanismo liberal y enfilado hacia el bien común) y el balaguerismo (con sus múltiples perfiles y encarnaciones directas o indirectas, pero siempre desde una cosmovisión fundamentada en el individualismo conservador y proyectado hacia la política de clientela) fueron las ideologías nacionales dominantes en la sociedad dominicana desde el ajusticiamiento de Rafael L. Trujillo hasta la formación del Frente Patriótico en 1966, y se enfrentaron tanto en el plano de la ética y del pensamiento social como en el terreno de la política y de la lucha electoral. Muy escasos ciudadanos no estuvieron involucrados de alguna manera en ese enfrentamiento.
   Desde lue go, el balaguerismo definitivamente ha triunfado en la sociedad dominicana sobre el boschismo y las restantes ideologías del periodo histórico citado (asumido como de democracia, pero aún con elementales tareas pendientes), y esa victoria parece más relacionada con su propio “realismo” o “pragmatismo” frente al manejo del Estado que con sus méritos como sustento de una proyecto nacional verdaderamente inclusivo, bienhechor y liberador: organizado política y conceptualmente alrededor del conservadurismo, a la postre, sin embargo, sedujo hasta a sus más enconados adversarios liberales con base en la concesión de los privilegios (léase: las mieles del poder, el progreso individual o la satisfacción de ciertas frivolidades y vanidades de la vida material) que exaltan y satisfacen a la voluble e impresionable naturaleza humana.
   En bastantes sentidos, pues, el balaguerismo como ideología ha resultado históricamente redimido en un proceso que se inició cuando el PLD puso la historia dominicana patas arriba al pactar en 1996 con el PRSC, pero que luego involucró también al PRD: ya no se consideran cuestionables -por ejemplo- sus aberraciones trujillistas, su manejo errático de los problemas nacionales, sus crímenes de Estado, sus funcionarios civiles y militares abusadores y corruptos, o su proclividad a la represión y a la yugulación de la libertad… Ahora se asimilan como parte de la “política real” (no importa lo justo sino lo conveniente) y se exhiben como muestras del “genio” y la “habilidad” de Balaguer… Por supuesto, no huelga recordar, sin mala fe alguna, que esas mismas consideraciones son aplicables (de cara a sus particulares “circunstancias” y “conveniencias”) a Hitler, Stalin, Somoza, Idi Amín Dada, los terroristas del Estado Islámico o al mismísimo señor Luzbe l.
   La pregunta, finalmente, se cae de la mata: ¿es que el doctor Fernández, a plena conciencia, ha decidido erigirse en el reivindicador histórico del balaguerismo? Cuesta creerlo, a no dudar, pues si es cierto que la vuelta de tuerca en la ideología y el “uso” del poder se puede “entender” a la luz de los “nuevos tiempos”, es imposible obviar que hasta la consigna “Ni robó ni mató” (sin necesidad de darle ninguna interpretación) sonaba más a acusación contra el jefe reformista que a promoción del líder peledeísta… Y como ese mismo doctor Fernández la repitió, explicó y justificó tanto en su momento, aún hay, valga la insistencia, algún derecho al escepticismo: ¿es convicción nueva o es demagogia de la vieja? Más puntos suspensivos…

   lrdecampsr@hotmail.com

Fuente:www.diariolibre.com


El Nuevo Diario


9/1/2015
¡Que hable el presidente!! 


 
UNIÒN EUROPEA.- Actualmente en República Dominicana se atraviesa por difíciles momentos dado el descontrol en el manejo de las diversas instituciones que conforman el Cuerpo Represivo del país, ello así, y a pesar de los esfuerzos hechos por el jefe de la Policía Nacional, mayor general Manuel Castro Castillo, por esclarecer los últimos escándalos suscitados en las diversas dependencias de la institución que dirige, PN, DNCD, DICRIM, y DICAN, situación que mantiene en la expectativa a toda la ciudadanía, incluyendo a los dominicanos que residen en el exterior.
No es un azar que estos escándalos estén sucediendo, sobre todo porque según informaciones los mismos  forman parte de una cultura sistematizada en el país que tiene nombre y apellido, y que descansa en los hombros del gobierno, y que a pesar de todo esto y su responsabilidad como jede de Estado el presidente de la república Lic. Danilo Medina, no ha dicho ni siquiera al respecto esta boca es mía.
No es una pura coincidencia, puesto que el presidente de la república es el comandante en jefe de todos los Cuerpos Represivos del Estado, pero al parecer él prefiere continuar dando saltitos por los diversos charcos del país, ante que tomar responsabilidad del asunto y decirle al pueblo dominicano la magnitud de los hechos y las soluciones que debe dar a cada uno de los casos.
Somos conscientes de que el presidente Medina, no tiene el dominio de todos los actos correctos o no de su gobierno, pero es la única persona que puede traer una luz al final del túnel, ya que es su obligación como jede de Estado, dar una explicación convincente sobre los bochornosos hechos  publicados en los diversos medios de prensa y convertidos en dominio público en los últimos días en el ámbito nacional é internacional.
El presidente Medina, en dos años y medio que lleva de gobierno ha salido del país más de 30 veces, solo a Venezuela lo ha hecho 3 veces, contrario a la actitud del fenecido ex presidente Dr. Joaquín Balaguer, que en 22 años de mandato viajó 5 veces fuera del país, tres de los cuales fueron por asuntos de salud cuando se vio aquejado de una flebitis que le afectaba sus piernas. Para Balaguer estas actividades estaban bajo el mandato del Canciller de la República u otros funcionarios.
Al parecer el primer mandatario no tiene la voluntad suficiente para el esclarecimiento de los escándalos que se han visto envueltas diversas instituciones gubernamentales, mientras que el pueblo espera una explicación, pero en los  casos como estos no valen solo la voluntad, sino también la toma de decisiones.
Tarde o temprano él tendrá que hablar, porque en sus hombros descansa su responsabilidad; y ojalá cuando lo haga ya no sea demasiado  tarde. Señor presidente: el pueblo dominicano espera por usted.

Por Olga Capellán

FUENTE :www.diariolibre..com



El Nuevo Diario





26/1/2015
¿Qué diría Juan Pablo Duarte?


 
UNIÒN EUROPEA.-  El problema de los haitianos ilegales se ha convertido en un negocio redondo para determinados sectores del país, para nadie es un secreto que con el mismo son muchos los que se lucran con el sufrir de esta gente, porque en realidad  a nadie le importa el dolor ajeno, sino cuánto dinero se echan en los bolsillos.
Según informaciones publicadas en varios medios de prensa en lo que va de año más de 17 haitianos han sido deportados a su país desde la República Dominicana, a pesar de que el presidente Danilo Medina, con su Ley 169-14 había pedido a las autoridades de migración paralizar las deportaciones y hasta que se aclarase el impase provocado por la Junta Central Electoral, que dejó a varios cientos de miles de ciudadanos en condiciones de apátridas; siendo este un asunto de doble moral.
Es cierto que el gobierno central está en la obligación de parar el auge de entrada (haitianización) al país, pero no es menos cierto que el problema es un mal de fondo, provocado por el propio gobierno, los empresarios y los celadores fronterizos de manera directa o indirectamente, debido al mal manejo que hasta la fecha han dado al asunto y por lo visto no existe interés de resolverlo, justamente por los cuantiosos beneficios percibidos por todos estos sectores participantes.
El gobierno del Dr. Joaquín Balaguer, fue el primero en comenzar con la importación de manos de obras haitianas para el corte de la caña a través del Consejo Estatal del Azúcar (CEA) al contratar a estos trabajadores para suplir la falta de obreros nacionales, no solo porque el dominicano no se dedica al corte de caña, sino porque además de los bajos salarios pagados a estos trabajadores que muchas veces laboran en condiciones inhumanas de sol a sol, a estos se les engañan a la hora de la facturación laboral, lo que no podrían hacer con los obreros dominicanos.
Es tan así que muchos obreros haitianos que trabajaron durante más de 50 años en los campos cañeros, hoy languidecen sin ningún tipo de prestaciones laborales, es decir: sin pensiones, seguro médico y otros beneficios propios, prerrogativas de los trabajadores.
Muchos de los empresarios hicieron grandes fortunas, gracias y mediante la estafa a estos trabajadores extranjeros, que además y en su mayoría no están alfabetizados como debería ser, esto no significa que por tal condición tengan que ser hurtados de sus fuerzas físicas, hoy estos vegetan por los campos y bateyes engañados por quienes debieron protegerles.
Hoy por hoy existe un problema mayor y se trata del cobro de peaje  por parte del personal celador fronterizo, porque ya no solo el Masacre se cruza a pies, sino que el mismo, no deja de ser un negocio lucrativo, dado a que estos infelices pagan cuantiosa suma de dinero por la travesía fronteriza, quienes luego son delatados, capturados y devueltos a su país, con la finalidad de que vuelvan a pagar por un nuevo intento.
Existe un mal de fondo, 1ro porque muchos de estos ciudadanos entienden que parte del territorio dominicano forma parte de Haití basándose a que fueron engañados territorialmente durante la firma del tratado de Aranjuez.
2do. Porque para muchos de ellos solo fuera de Haití pueden buscar medios de subsistencia, debido a la falta de labores donde ganarse la vida y con el agravante del terremoto acontecido hace 5 años con saldo de cientos de miles muertos y millones de ciudadanos quedaron al intemperie, mayoría que hasta la fecha no han podido resolver la situación, ya que la organización y coordinación de las ayudas internacionales quedaron en manos de instituciones del gobierno dominicano y como tal al parecer las mismas se perdieron mediantes canales oscuros.
Lo cierto es que durante los gobiernos del Partido de la Liberación Dominicana se ha permitido la haitianización del país, porque sectores  se benefician en gran medida con el tráfico de haitianos ilegales, ciudadanos que luego son deportados en condiciones infrahumana, situación ésta que en los países civilizados no se permiten ni siquiera el transporte de los cerdos cuando son llevados al matadero.  
Cuando el patricio Juan Pablo Duarte, fundó la Sociedad la Trinitaria lo hizo para luchar contra la dominación haitiana la que  partir del año 1844 se llamó República Dominicana, quien anheló que su patria fuese libre é independiente de toda potencia extranjera, pero jamás sus pretensiones fueron basadas en el abuso de estos ciudadanos que buscan un mejor medio de vida, situación que puede culminar de mala manera, porque el gobierno dominicano no ha sabido manejar el asunto, tanto en el orden económico y mucho menos en cuanto a la aplicación de la diplomacia.
No hay que sumarse a los falsos nacionalistas del país, tampoco cerrar los ojos ante la situación que vive la nación.
OH! Juan Pablo Duarte, si estuviere vivo al cumplirse tu natalicio, te moriría de pena una vez más  si viera como los políticos de tu patria se han burlados de tu legado y lucha cuando la forjaste.

Por Olga Capellán