Un testimonio de lucha, legalidad y responsabilidad histórica
Por : Alexander Olivence G.
Desde las calles dominicanas hasta los salones del poder, la trayectoria de Yayo Sanzlovatones un reflejo de convicción y coherencia. “Desde muy joven protesté. Y por eso me siento orgulloso de ser parte de la administración Abinader, que protege ese derecho”, afirma con firmeza Sanzlovaton, cuya voz hoy resuena no solo como funcionario, sino como símbolo de una generación que entiende la protesta como un acto sagrado… pero también regulado.
Protesta y ley: un equilibrio necesario
Para Sanzlovaton, la defensa del derecho a manifestarse es inseparable del respeto al marco legal. “Este gobierno no reprime, pero tampoco ignora las reglas. La calle es un espacio de diálogo, no de caos”, explica. Bajo la administración del presidente Luis Abinader, se ha buscado un balance entre garantizar libertades constitucionales y mantener el orden público, evitando los excesos que en el pasado mancharon la respuesta estatal a las movilizaciones sociales.
“Protestar no es un delito, pero tampoco es un cheque en blanco. Cuando se queman neumáticos o se bloquean hospitales, se pierde el propósito noble de la lucha”, añade. Este enfoque ha generado debates, pero para figuras como Sanzlovaton, es la única fórmula para que las demandas ciudadanas trasciendan el ruido y se conviertan en soluciones.
Haití: El desafío que definirá un legado
Si hay un tema que, según Sanzlovaton, marcará el lugar de este gobierno en la historia dominicana, es su manejo de la relación con Haití. “Seremos recordados como la administración más responsable de todas. No hay espacio para la indiferencia ni para el populismo barato en un asunto tan delicado”, sostiene.
La postura de Abinader ha combinado firmeza en el control migratorio y fronterizo con gestos de cooperación regional, como su participación en iniciativas internacionales para estabilizar al vecino país. “No se trata de construir muros, sino de construir soluciones duraderas. La crisis haitiana nos afecta a todos, y cerrar los ojos sería un error histórico”, insiste Sanzlovaton.
Un llamado a la acción
El mensaje final de Sanzlovaton es claro: “Este no es el momento de la complacencia, sino de la acción responsable. Confío en que, cuando miremos atrás, veremos un país más fuerte, más justo y más unido. ¡Vamos!”.
Con una mezcla de pasión callejera y pragmatismo institucional, figuras como Yayo Sanzlovaton encarnan un capítulo crucial en la política dominicana: aquel donde la protesta y la gobernabilidad no son enemigas, sino aliadas en la construcción de un futuro mejor.
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