Por : Christian Paniagua… “ningún hombre nace héroe, pero cualquier persona común puede llegar a serlo”. Esa frase, tomada de la novela RUSIA, de Enzo Biagi -por la naturaleza del caso que nos ocupa: crimen de odio contra LUCRECIA PEREZ, madre y mujer común del área rural dominicana asesinada en España en 1992, donde era empleada doméstica– el suceso llama la atención cuando demuestra que “cualquier persona común puede llegar a serlo”. La dama fue heroica; por eso la recordamos grande…
De ahí que, la extranjera Lucrecia Pérez, asesinada por 4 mozuelos españoles –racistas y xenófobos– en 1992, con una bala al corazón fabricada en España y disparada por un agente del orden al que se le licuaron los sentidos y optó por deshonrar su oficio: digamos que la víctima no alcanzaría el rango de “heroína”, porque solo los criminales saben si fue o no heroica su cita con la muerte.
En el tribunal nadie testificó: no se dijo si la victima enfrentó a sus verdugos a pecho abierto o suplicó por su vida, pero de lo que no hay dudas es que la flagelada se alzó mártir. Y no cualquier mártir, según las crónicas del suceso, donde Lucrecia Pérez advertía -en cartas anteriores a su familia en República Dominicana- como el acoso sobre ella -por negra y dominicana- le anunciaba la muerte.
Las sospechas fueron presagios: para entonces ser dominicana -ilegal o no- por aquellos lares,era cuesta arriba y, sobre todo,las mujeres que llegaban a España buscaban cubrir sus debilidades juntándose. Socializando a su manera en espacios abiertos donde captaban empleos y se ayudaban, además de que se reunían para adelantar causas individuales y mitigar la soledad y las rudas faenas de trabajo.
Así aconteció; en el año 1992 asesinaron a la dominicana Lucrecia Pérez -un viernes 13- día de mala suerte para la obrera que había emigrado hacía poco tiempo a Europa -cargada de sueños y con ganas de trabajar para superar su pobreza y ayudar a la familia que dejaba atrás– ajena a que su destino estaba sellado yque su muertepromovería sobradosdesaciertos… pero tambiéndefiniría logrosimpensados entonces para esa clase social en España.
El crimen -de odio- despertó repudios y mil y unas conjeturas gravitaron sobre la presencia de la comunidad de mujeres dominicanas en suelo ibérico y las sonadas contradicciones que su presencia le causaba -desde hacía tiempo- al sector de Aravaca, donde la Plaza -tomada por dominicanos de todas las castas para congratular y negociar- molestó sobremanera a la sociedad más conservadora del área y allí germinó el disgusto que alentó el crimen.
El informe policial señaló dos disparos; uno de ellos al corazón, que le segó la vida aLucrecia Pérez -todos sus sueños al sepulcro- en un altercado orquestado a la ligera por inexpertos, dizque, para darle un “susto” a la extranjera y poner en su lugar a sus iguales en el sector. Pero,como son las cosas cuando se alza la ignorancia, esa muerte pesó sobre todas las partes y le trajo desprecio a los que la auspiciaron.
La plaza de Aravaca no volvería a ser lo que antes, luego del crimen. Todo se descompuso para esa comunidad -asediada por reporteros y líderes comunitarios- de toda España que no ocultaban sus repudios y que al cabo sumió a los vecinos en la flagrante culpa de lugar, que ya ningún lamento pudo rectificar.
“Vine a morir a España”. Esas fueron las últimas palabras de la occisa Lucrecia Pérez, según narró otro dominicano que resultó herido la noche del atentado y que temblaba de miedo en un hospital, temiendo que irían por él para rematarlo.
El caso marcó un antes y un después y atrajo polémica a todo quien podía sacarle partido político al suceso, pero también fue detonante para que el trabajo doméstico que ofertaban las mujeres dominicanas en suelo Ibérico se transparentara, además de que mejoró la situación de extranjería que padecían las empleadas domésticas, hasta entonces; por la importancia deese sector laboral y lo mucho que le aportaba a la comunidad.
La respuesta social fue considerable: en toda España la gente se volcó a las protestascallejerasen apoyo a la víctima y a sus derechoslaborales, negados hasta entonces. Los predios del parque de Aravaca -lugar de la controversia- se llenó de curiosos, pero, sobre todo, fijó cuartel solidario allí la Dra. Bernarda Jiménez Clemente, luchadora desde hacía años en favor de los inmigrantes dominicanos y autora del libro que denunció el crimen: LUCRECIA PEREZ: DEL VATICINIO DE UN CRIMEN A LA PRIMERA MIGRACION LABORAL DE DOMINICANOS A ESPAÑA.
Con sus tres ediciones y candidato a futuras publicaciones (288 páginas de una crónica muy bien narrada) el libro adquiere relevancia y su autora, activa en pro de los derechos y los deberes de las mujeres dominicanas en España, se hizo notable y punta de lanza en las conquistaslogradas a favor de esa comunidad,posteriores aun suceso que conmocionó a la sociedad madrileña y repercutió en todo Europa.
La Doctora Bernarda Jiménez, creadora de VOMADE -entidad que protege y ayuda a inmigrantes- falleció en Septiembre de 2024 pero, fue grande y su legado será eterno: nacida en Moca R.D. (tierra de luchadores y héroes) estudió medicina en la Universidad Autónoma de Santo Domingo y al cabo se residenció en Madrid, donde hizo especialidad en Endocrinología y Nutrición por la Escuela Iberoamericana en España.
La dama ya había despuntado luchando por la comunidad de extranjeros, sobre todo abogaba por las reivindicaciones laborales y que se regulara y se le dieran permisos de trabajo -dignos- a la mujer dominicana, al punto que el Rey de España, Juan Carlos I, la distinguió con la Medalla Cruz Roja, por su trabajo social en favor de los inmigrantes.
Fueron muchas las autoridades y entidades que distinguieron a la Doctora Bernarda Jiménez. Su trabajo -puntual y constante-también motivó alpresidente Felipe Gonzales a reconocer su talento y aportes, así como otros grupos y ONGS la apoyaron, al punto que -nacionalizada española- Bernarda JiménezClemente se insertó en política y logró un escaño al congreso.
Desde esa posición, Bernarda fijó los dinteles que hicieron permanente las conquistas de dominicanos y otros extranjeros en suelo españoly virtualmente en toda Europa, donde se daban situaciones similares contra extranjeros de todas las latitudes...
Vale entonces anunciar que nuestra Biblioteca Nacional Pedro Henríquez Ureña se honra, al ser depositaria del libro sobre la muerte de LUCRECIA PEREZ e invita a la comunidad y/o profesionales interesados en conocer los pormenores del caso; que visiten nuestras instalaciones en la Plaza de la Cultura Juan Pablo Duarte y se nutran de esa entrega literaria y de los 10 mil títulos que el recinto ofrece, en comodidad y con la atención profesional de nuestro personal.