Los hipócritas, son personas que esconden sus motivaciones y sentimientos reales, logrando proyectar y hacer creíble, una falsa imagen de  mismos ante los demás. Jesús se refirió a los fariseos, como “sepulcros blanqueados”, muy limpios por fuera, pero llenos de podredumbre por en su interior.

 

En su obra “Hipocresía, vicios y doble moral a través de la edad media”, el comediógrafo Jean BaptistePoquelín (Moliere), da vida a un personaje llamado “Tartufo”; quien valiéndose de un comportamiento engañoso y actuando con doble moral, resolvía todos los conflictos entiempos de la edad media, logrando así obtenerla simpatía de un público ingenuo. Es por esto, que la Real Academia de la Lengua Española, define la palabra tartufo; como hombre hipócrita y falso

Puede parecer chocante para muchos de nosotros, pensar que de alguna u otra maneraactuamos como “Tartufo” posiblemente hasta sin darnos cuenta. Con el objetivo de explicar esta afirmación, veamos algunos ejemplos prácticos. 

Siempre queremos tener políticos honestos y buenos administradores de la cosa pública; pero si nos toca la oportunidad de obtener facilidades o ventajaseconómicas de alguno deellosprocuramos tomaresos beneficios sin ningún tipo de remordimientos.  

La gran mayoría de nosotros, tenemos el firme propósito de conseguir una esposa, que sea casta y pura; “pero nos gustaría que la atractiva vecina sea complaciente”.

Queremos con toda sinceridad que las autoridades impongan la ley y el orden en nuestra sociedadpero cuando cruzamos unsemáforo en rojo, pedimos al agente que se nos  “un chance”.

De igual modo aspiramos de que haya uncorrecto orden migratorio en el país; que no haya extranjeros penetrando al país evadiendo controles y ocasionandodesequilibrios y gastos excesivos en las áreas vitales como salud,educación seguridad. Pero, por otro lado, una parte importante de nosotros quiere seguir teniendo el beneficio de contar con una mano de mano de obra barata y personas capaces asumir los trabajos menos deseados por la población. 

Hay un clamor social permanente, exigiendo que se haga justicia y se castigue a loscorruptos, afirmándose que esto representa un paso de avancepara solucionar gran cantidad de nuestras falenciascomo sociedad; pero si al aplicar la leyde alguna manera resultamosafectados, entonces no queremosque se apliquen las leyes. 

Esta inconsistencia en el manejo de nuestros valores y creencias está presente hasta en la forma de criarnuestros hijos, ya queestablecemos marcadasdiferencias en la educación y formación, si se trata de un niño ode una niña. Para graficar estas diferencias,solamente haremos mención del siguiente refrán popular “amarren sus gallinasporque mis gallos andan sueltos”. Lo correcto sería que, a todos nuestros hijos, les demos las mismas orientaciones, valores y oportunidadespara su desarrollo.

Ese comportamiento ambivalente, no es consistente con los valores y virtudespersonales que proyectamos ante los demás,debido a que no somos capaces de aplicarcontinuamente en nuestras actuacionescotidianas, el conjunto de conductas morales y criterios éticos queteóricamente poseemos, pero que en la crudarealidadsolo estamos fingiendo tener. 

Esto que hemos expresado, funciona como unespejo que refleja las contradicciones psicoemocionales y espirituales que en el fondo poseemosFácilmente demostradas en el hecho de que; “todos los creyentes queremos ir al cielo, pero no he conocido a alguno que le atraiga la idea de morir”.