Víctor Elías Aquino
De niño, Elio (Vi), siempre quiso reclamarle a Charly (Ca), por supuestamente ser responsable de una herida de un centímetro cuadrado que recibió en su dedo meñique de la mano izquierda, mientras el primero recibía instrucciones para aprender a montar bicicleta. Nunca tuvo valor para hacerle su reclamo.
Más de cinco décadas han pasado, “y lo que fue una pequeña herida para crecer”, no podría ser certificada ni siquiera por un forense de la calidad del doctor Sergio Sarita Valdez. Habría que buscar una lupa de las que ya no existen para observarla.
Todo quedó aclarado, en audiencia solemne presidida por la magistrada Noraima Aquino, asistida por la doctora Ana Ceballos, y teniendo como fiscal ayudante a Magnolia Ríos de Ávalo se estableció que no hubo ninguna falta de un hermano con respecto al otro.
El dispositivo de la sentencia tiene un solo artículo que reza, “la seña del dedo se produjo fruto del esmero desmedido de Charly por enseñar a Vi a montar la bicicletica aro 16 de Darío, regalada por Darío, el hermano de Flavia, hijos éstos de la tía Lupe”.
Cuando Charly fue llamado a declarar, esto fue lo que dijo, “yo sabía montar bicicleta, estábamos en la calle 19 casi esquina 38 en Villas Agrícolas, en la bajada, yo te decía que no sabías, y tú insistías que sabías; y finalmente, cansado de tus quejas te solté, y como no sabias bien montar, te caíste y te cortaste”.
Siempre pensé, que el origen de la casi imperceptible marca sería la excusa perfecta para escribir una historia sobre dos pequeños hermanos que intentaban sin lograrlo montar al mismo tiempo, la misma bici de segunda mano, aro 16.
Estuve equivocado todo el tiempo, pensé que éramos hermanos comunes y corrientes y que peleábamos como todos los muchachos, pero me equivoqué y pensé. ¡venimos de otro planeta! y por fortuna, “Nunca hemos peleado”
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