Himno a la Patria

miércoles, 17 de junio de 2015

¡La democracia dominicana herida de muerte!


           Opinion
    Organizando Ideas

      Olga Capellán.





                                                         




Cosa de la política del patio, en este país (República Dominicana) después de la caída del tirano generalísimo Rafael Leónidas Trujillo Molina y terminado los primeros 12 años del gobierno del Dr. Joaquín Amparo Balaguer y Ricardo, la democracia nunca  

se había visto tan lesionada como en los actuales momentos, donde los partidos mayoritarios que lideran el escenario político ignoran sus deberes y la voluntad popular, para aferrarse al poder, aunque con ello tengan que matar cada 4 años ese pedazo de papel que aquí llamamos Carta Magna o Constitución de la República.

En cualquier país del mundo, para que haya democracia debe haber primero la diversidad partidista, que además del gobierno, una oposición fuerte que haga contrapeso frente a los puntos críticos de la nación, porque la falta de todo esto; es la negación de su existencia.

La agrupación de las principales fuerzas políticas del país es la antítesis de la democracia, porque así se coartan los derechos ciudadanos, limitando con ello sus libertades y negándoles a que participen en los certámenes electorales para que elijan a quienes consideren de lugar, sin tener que escoger por medio a las imposiciones partidistas.

Debemos significar que bajo ningún concepto somos anti gobiernista, solo que estamos contra aquellos que con sus acciones arbitrarias destruyen la democracia de nuestro país, como ha sido el caso impositivo de una Reforma Constitucional con la única intención de restablecer la reelección presidencial para favorecer las ambiciones personales de aquellos que no se sacian las ansias del poder político, con el cual dominan el poder económico para mantener un estatus privilegiado y que son capaces de pasarles por encima a todos, sin importar los daños causados a la sociedad nacional.

Las principales fuerzas políticas del país se han unificados y al mismo tiempo han matado la esperanza nacional, significando con ello que el dominio sobre los diferentes estamentos del Estado convierten al país para vivir en una especie de dictadura, al quebrantar o mutilar la fuerza opositora, que no es más que aplicar el rodillo a todo aquel que no esté de común acuerdo en los asuntos pretendidos desde el poder gubernamental.

Con esta decisión, el Palacio Nacional se convierte en Ley, Batuta y Constitución, con un Congreso Nacional a su favor (aunque sea a través del pago de altas sumas económicas) con el lema: o te rindes o te rindo yo.

El poder judicial determinado por el dedo de un mandatario, un Comité Electoral que responde exclusivamente a las órdenes presidenciales, todas las instituciones secuestradas por los partidos del gobierno, con una sociedad civil débil y humillada por parte de los que nos dirigen y aún peor marcada por un sistema indicador viable, sin alternativa para poder decidir sobre los parámetros justo y reales.

En un país donde solo impera la Ley del más fuerte y el que posee el poder, lo tiene todo y donde la corrupción ya no se castiga ni tampoco se detiene en la puerta de algún despacho, sino que campea entre ellos, porque la justicia forma también parte de este flagelo que funciona como sistema.


En un país que donde los acuerdos de aposentos o mamotretos políticos se imponen por encima de la sociedad, el narcotráfico forma parte de la vida cotidiana y el sicariatos es la manera más temible ante los ojos de la inactiva autoridad pública o pieza importante de ella.

Donde un “sicario desde su celda carcelaria” coordina supuestamente los asesinatos de ciudadanos y luego cuando la policía lo descubre, ella misma ante que hacerle cualquier interrogatorio elimina al imputado, esto es como para pensar que nuestra sociedad está demasiado podrida, porque en este país se carece de autoridad, donde un pueblo con hambre no es pensante y por ende pasa a ser ignorante.

La democracia en la República Dominicana se encuentra herida de muerte y sin esperanza de recibir siquiera las atenciones primarias de un médico que sea capaz de salvarla, sin que se aproveche de ella o la maneje a su antojo.

La democracia de este país, a pesar de su estado de gravedad lo necesita es la voluntad de los hombres y mujeres que velen por ella y que sean capaces de salvarla de las garras de aquellos que en su nombre desdeñan el poder, vulnerando los derechos de todo un pueblo, que sufre las consecuencias de las ambiciones de aquellos que pretenden aniquilarla para retener y mantener el control del mismo en base a la ignorancia de los que no saben cómo defender el derecho que le asiste, aunque se encuentren  ya ante la puerta de una dictadura.





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