Opinion
Organizando Ideas
Olga Capellán.
Cosa de la política del patio, en este país (República
Dominicana) después de la caída del tirano generalísimo Rafael Leónidas
Trujillo Molina y terminado los primeros 12 años del gobierno del Dr. Joaquín
Amparo Balaguer y Ricardo, la democracia nunca
se había visto tan lesionada
como en los actuales momentos, donde los partidos mayoritarios que lideran el
escenario político ignoran sus deberes y la voluntad popular, para aferrarse al
poder, aunque con ello tengan que matar cada 4 años ese pedazo de papel que
aquí llamamos Carta Magna o Constitución de la República.
En cualquier país del mundo, para que haya democracia
debe haber primero la diversidad partidista, que además del gobierno, una oposición
fuerte que haga contrapeso frente a los puntos críticos de la nación, porque la
falta de todo esto; es la negación de su existencia.
La agrupación de las principales fuerzas políticas del
país es la antítesis de la democracia, porque así se coartan los derechos
ciudadanos, limitando con ello sus libertades y negándoles a que participen en
los certámenes electorales para que elijan a quienes consideren de lugar, sin
tener que escoger por medio a las imposiciones partidistas.
Debemos significar que bajo ningún concepto somos anti
gobiernista, solo que estamos contra aquellos que con sus acciones arbitrarias
destruyen la democracia de nuestro país, como ha sido el caso impositivo de una
Reforma Constitucional con la única intención de restablecer la reelección
presidencial para favorecer las ambiciones personales de aquellos que no se
sacian las ansias del poder político, con el cual dominan el poder económico
para mantener un estatus privilegiado y que son capaces de pasarles por encima
a todos, sin importar los daños causados a la sociedad
nacional.
Las principales
fuerzas políticas del país se han unificados y al mismo tiempo han matado la
esperanza nacional, significando con ello que el dominio sobre los diferentes
estamentos del Estado convierten al país para vivir en una especie de
dictadura, al quebrantar o mutilar la fuerza opositora, que no es más que
aplicar el rodillo a todo aquel que no esté de común acuerdo en los asuntos
pretendidos desde el poder gubernamental.
Con esta decisión, el
Palacio Nacional se convierte en Ley, Batuta y Constitución, con un Congreso
Nacional a su favor (aunque sea a través del pago de altas sumas económicas) con
el lema: o te rindes o te rindo yo.
El poder judicial
determinado por el dedo de un mandatario, un Comité Electoral que responde
exclusivamente a las órdenes presidenciales, todas las instituciones
secuestradas por los partidos del gobierno, con una sociedad civil débil y
humillada por parte de los que nos dirigen y aún peor marcada por un sistema
indicador viable, sin alternativa para poder decidir sobre los parámetros justo
y reales.
En un país donde solo
impera la Ley del más fuerte y el que posee el poder, lo tiene todo y donde la
corrupción ya no se castiga ni tampoco se detiene en la puerta de algún despacho,
sino que campea entre ellos, porque la justicia forma también parte de este
flagelo que funciona como sistema.
En un país que donde
los acuerdos de aposentos o mamotretos políticos se imponen por encima de la
sociedad, el narcotráfico forma parte de la vida cotidiana y el sicariatos es
la manera más temible ante los ojos de la inactiva autoridad pública o pieza
importante de ella.
Donde un “sicario
desde su celda carcelaria” coordina supuestamente los asesinatos de ciudadanos
y luego cuando la policía lo descubre, ella misma ante que hacerle cualquier
interrogatorio elimina al imputado, esto es como para pensar que nuestra
sociedad está demasiado podrida, porque en este país se carece de autoridad,
donde un pueblo con hambre no es pensante y por ende pasa a ser ignorante.
La democracia en la
República Dominicana se encuentra herida de muerte y sin esperanza de recibir
siquiera las atenciones primarias de un médico que sea capaz de salvarla, sin
que se aproveche de ella o la maneje a su antojo.
La democracia de este
país, a pesar de su estado de gravedad lo necesita es la voluntad de los
hombres y mujeres que velen por ella y que sean capaces de salvarla de las
garras de aquellos que en su nombre desdeñan el poder, vulnerando los derechos
de todo un pueblo, que sufre las consecuencias de las ambiciones de aquellos
que pretenden aniquilarla para retener y mantener el control del mismo en base
a la ignorancia de los que no saben cómo defender el derecho que le asiste,
aunque se encuentren ya ante la puerta de
una dictadura.
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