Por Manuel Otilio Pérez Pérez
"En el año 1535, Enriquillo puso fin a su rebelión, tras un 'acuerdo' con el emisario del Emperador Carlos V. Esto lo han visto algunos como un 'tratado' entre dos soberanos, o por lo menos como un acuerdo de sumisión de un rebelde frente a la autoridad. Pero el documento en sí no existió jamás. Lo que hubo fue una carta del Emperador ofreciendo garantías al Cacique y su gente si se rendía, y que Enriquillo aceptó con el gesto de ponerla sobre su cabeza. Por lo tanto, no hubo documento bilateral para considerarlo un Tratado.
Otro caso es el Tratado de Ryswick del 1680, que ha sido considerado como el primer reconocimiento oficial por España a la ocupación francesa de la parte Oeste de la isla de Santo Domingo. Pero el hecho es que el Tratado en nada se refiere a esta Isla, sino que reconoce a Francia, título sobre las tierras españolas que venía ocupando en varias partes del mundo hasta el momento. Se trata de un reconocimiento, general, bajo el principio de Uti Posideti Juris del derecho internacional. Por esa razón, por no mencionar en nada a nuestra Isla, decidimos no incluirlo, pero sí incluímos el de San Miguel de la Atalaya, el de Aranjuez y el de Basilea porque se relacionan directamente con nuestra historia.
La abolición de la esclavitud fue un hecho trascendental en nuestra historia y se piensa que fue decretada por Toussaint en febrero de 1802, pero esa disposición nunca ha aparecido en las colecciones de leyes haitianas ni dominicanas y por lo tanto no se conoce formalmente y por ende no podemos incluirlo.
Otro caso:
Desde que somos niños, a los dominicanos se nos enseña de memoria el Juramento de los Trinitarios de 1838, redactado por nuestro Padre de la Patria, Juan Pablo Duarte.
Es un juramento hermosísimo, solemne y de verdadera importancia en nuestra historia. Pero como documento, nunca ha existido.
Proviene del recuerdo de los trinitarios, que muchos años después, lo citaron y copiaron para la posteridad.
Por esa razón, y aún reconociendo ese Juramento como un hito en nuestra historia, no lo incluimos entre los documentos básicos".
(Wenceslao Vega B., Los documentos básicos de la historia dominicana, Sociedad Dominicana de Bibliófilos, Colección Bibliófilos 2000, segunda edición, 2010, pp 17-18).
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