Opinión
Organizando Ideas
Olga Capellán
Creo que en República Dominicana estamos volviendo a
los tiempos anteriores, a esos malditos tiempos, engorrosos, oscuros y muy
tenebrosos que vivíamos en el pasado, donde un puñado de hombres valientes se
atrevieron a poner fin teóricamente hablando, con el ajusticiamiento del tirano
Rafael Leónidas Trujillo y Molina, el pueblo pensó que se había llegado al fin
de las eras férreas, donde la vida y el derecho de los demás no tenían ningún sentido
ni valor.
Eliminado el tirano, el país pasó por diversas
situaciones en su intento de regresar a una verdadera democracia, pero todos
los esfuerzos fueron en vano, después del derrocamiento del gobierno
sietemesinos del profesor Juan Bosch en el 1963, luego del gobierno del Triunvirato que duró
del 63 al 65, encabezado por Donald Reíd Cabral y que fue interrumpido con la
Revolución de Abril, encabezada por el coronel Francisco Alberto Caamaño Deñó y
en la que también tuvo una gran participación el Dr. José Francisco Peña Gómez,
entre otros grandes luchadores de la patria por las garantías nacionales y por un mejor país, soberano y libre de toda
potencia.
Con la revuelta del 24 de Abril de 1965 que dio paso al
gobierno provisional que encabezó el Dr. Héctor García Godoy, con la finalidad
de crear un ambiente que diera al traste de organizar las contiendas
electorales con la garantía de La
Comisión Internacional de Derechos Humanos, por la cooperación que prestara al país la OEA y que gobernó hasta
dar paso a unas elecciones “libres” del 1966 donde salió electo presidente de
la república el Dr. Joaquín Balaguer, quien había sido uno de los más cercanos
colaboradores del régimen dictatorial trujillista.
Pero los hechos no terminan ahí, ya que el Dr.
Balaguer, su gobierno de los primeros 12 años se caracterizó por sus
asesinatos, tan cruel, siguiendo el modelo trujillista del cual el formó parte
importante en diversas áreas y del que se dice que a pesar de haber sido un
trujillista a carta cabal logró
investirse como presidente de la república con la ayuda de manos
extranjeras que temían por el surgimiento de un régimen comunista, surgido de
las entrañas del pueblo, lo que afectaría los intereses norteamericanos, como
había sido el caso de Cuba, con la revolución que dio al traste con la llegada al poder del comandante Fidel
Castro.
Hoy, a más de 50 años de la desaparición de la tiranía
trujillista, el pueblo dominicano vuelve a vivir momentos de incertidumbres, no
solo por los asesinatos de manos de los agentes del orden, sino también por el
narcotráfico, la delincuencia común, el crimen organizado y el sicariatos,
entre otros, muchos de los cuales se anidan en algunos
Estamentos de manera
directa o indirecta ligados al gobierno.
Ahora se nos pides que defendamos a nuestra nación,
pero nos quedan las dudas, ya que uno de los mayores problemas del país es la
inmigración extranjera que pernota en gran medida de manera ilegal en el
territorio nacional, sobre todo procedente de nuestro vecino país de Haití, con
el que compartimos la isla de Santo Domingo.
Notorio ha sido el levantamiento de voces patrióticas
de nuevo cuño, o mejor dicho un falso patriotismo que está llevando al país a
los peores conflictos nacionales é internacionales; y que se sepa que: no todo
aquel que está rezando, lo hace por el amor a Dios, ya que muchos serán los
afligidos, pero muy pocos los invitados.
En el país la población pasa actualmente por un sin
número de problemas sociales, económicos y de otras índoles, doloroso ha sido
ver como un ciudadano intenta suicidarse al no poder sufragar los gastos de un
tratamiento médico para lindar su enfermedad, mientras las autoridades del país
pagan sumas millonarias a personeros internacionales para que estos den una
imagen diferente a la realidad en que se vive en la República Dominicana,
cuando en realidad, si aquí se hicieran las cosas correctamente, estos recursos
se podrían invertir en otros capítulos tales como la salud, educación, vivienda, etc. etc.
Cuando la matanza de haitiano del año 1937, Trujillo,
lo hizo gracias a la infamia de un alto militar del nordeste que le avisó de
una situación fronteriza, donde algunos ciudadanos del vecino país
supuestamente cruzaban el Masacre para robar el ganado de algunos ponderados
nacionales y realizar otras fechorías, fue como el Benefactor de la Patria
Nueva ordenó esa barbarie, que según los especialistas en tan solo tres días se
ejecutaron más de 18 mil ciudadanos a finales del mes de Septiembre y a
principios de Noviembre de ese mismo año.
Para aquel entonces fungía como Canciller Interino el
Dr. Joaquín Balaguer, y que para justificar dicha acción mostró el Tratado
Evromont Carrié, con quien lo había firmado el año anterior y que decía que la
República Dominicana tenía el derecho a juzgar en su territorio a cualquier
ciudadano extranjero, que no fue más que lo que se hizo cuando se aplicó la sentencia
168-13 del Tribunal Constitucional contra la ciudadana dominicana Juliana Degüis,
en aras de despojarla de su nacionalidad, siendo descendiente de padres
haitianos.
Es cierto, tenemos que defender la patria dominicana
de todo y contra todo, pero como lo podemos hacer, para muchos de los nuevos
patriotas la mejor fórmula sería aplicando el modelo trujillista de escarmiento,
según sus palabras, cuando ordenó la matanza de haitianos, aunque el propio
pueblo no estuvo de acuerdo con esa barbarie.
El problemas haitiano se ha convertido en un asunto
complejo, ya que a decenas de miles han sido deportados y otros conminados
abandonar el territorio dominicano de forma voluntaria, lo que en muchos de los
casos fortalecerá el negocio de la trata de personas, ya que son muchos los
sectores, algunos institucionales que se lucran cruzando ciudadanos ilegales a
lo largo de la frontera, por los que cobran cuantiosas sumas de dinero y que el
propio gobierno mira con un ojo abierto y el otro cerrado.
El presidente de la República, Lic. Danilo Medina, no
está en la necesidad de andar mendigando credibilidad por ante la comunidad
internacional, sino: implementar un verdadero plan migratorio, justo y comedido,
a partir de ahí cerrar la frontera, empleando para ello un personal cualificado
y actuar con manos duras contra todos aquellos que se dedican al tráfico de
ilegales, y el dinero que invierte en publicitarse como el gran “-samaritano”,
dedicarlo a la realización de obras sociales y a programas que vayan en
beneficio de sociedad nacional.
Los haitianos forman parte importante de la economía
del país y de no ser por ellos este sector se verá mermado, ya que son la mano
de obra principal del sector cañero, al que el propio presidente le ha negado
los derechos laborales que les asisten a estos ciudadanos, siendo ellos:
pensiones por vejez y salud, entre otros capítulos.
Por último, estos trabajadores haitianos llegaron al
país traídos por los diferentes gobernantes de la nación para el corte de cañas, por empresarios, muchos de los cuales
a través de estos han amasados grandes fortunas, otros han llegados al país de
la manos de personeros con influencias en los Estamentos gubernamentales, para
ser explotados en los campos agrícolas, trabajo del hogar y otros sectores, así
que debemos dejarnos de falso patriotismo y tratar de buscar una salida
salomónica que no afecte a nuestros ciudadanos ni tampoco a nuestra relaciones
internacionales.
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