Por Miguel SOLANO

El franciscano, fray Alonso de Espinal ,por sus convincentes métodos, era uno de sus preferidos: “El predicador amado”, les bautizaron, pues para Fray Alonso sólo el Rey y los colonos tenían alma y sólo ellos eran dignos de tener almuerzo.

Por allá por el mil 503, los encomenderos, es decir, los colonizadores que vinieron con Cristóbal Colón y que eran dueños de los nativos bautizados como indígenas, como indios, tenían a sus sacerdotes para que adoctrinaran a los rebeldes y los convencieran de que al aceptar ser esclavos ingresarian al Cielo gobernado por su Dios.

Por el Cacicazgo de Higüey, bajo el mando del cacique Cayacoa y su lugarteniente Cotubanamá , los nativos se habían rebelado y habían levantado como consigna el “Ser libre o morir”.

Nicolás de Ovando, quien había sustituido a Cristóbal Colón como Gobernador del Haití Español, envió unos 69 colonos , bajo el mando de Juan de Esquivel y la ejecución eclesiástica de la orden religiosa gobernada por Fray Alonso de Espinal, dueño del PadreNuestro y el Avemaría

Su misión era aplastar la rebelión. Al despedirlos, haciéndole saber que eran 71 y que se celebraba la Semana Santa, Nicolás de Ovando les ordenó:

— Actúen como el Sanedrín.

El capitán Juan de Esquivel había llegado al Haití Español en 1493, en el segundo viaje de Cristóbal Colón. Y con Fe y Devoción había cultivado el arte de matar por puro placer. Así que cuando escuchó de Nicolás de Ovando esa acariciadora frase de “Actúen como el Sanedrín”, su corazón se llenó de regocijo.

En la cercanía de la isla Saona encuentran a un grupo de nativos, de indios. Tranquilamente jugaban con las olas de la mar caribeña y dejaban vivir aquellos peces que aún no habían alcanzado la categoría para ser alimentos. Fué fácil asaltarlos. El dueño del infierno, Fray Alonso de Espinal, llama al primero y lo interroga:

—¿Usted cree en Dios?

— No señor: tenemos muchos y lo respeto a todos.

—Hereje, matenlo.

Un colono, con espada de acero se acerca y el cuerpo quedó sin cabeza. Fray Alonso de Espinal Llama a otro. El nativo creyó entender que a su camarada lo habían matado porque respondió “no”. Entonces cuando Fray Alonso de Espinal le pregunta:

—¿Usted cree en Dios?

El nativo responde:

— Sí, señor.

No satisfecho y convencido de que él está allí para matar, volvió a interrogar:

—Usted cree en mi Dios.

— Señor, yo no conozco a su Dios.

—Matenlo, ordenó Fray Alonso

—¿A todos?

Como si se asombrará preguntó Juan de Esquivel. Fray Alonso de Espinal vió su sonrisa y pensó que así como el Sanedrín había crucificado a Jesús, Esquivel crucificaria a Cotubanamá y, con su corazón lleno de cobardía, le respondió:

— Sí, a todos. Porque la creencia de Uno es la ignorancia de todos.