Himno a la Patria

sábado, 3 de agosto de 2024

CESAR IVAN FERIS, LA PARTIDA DE UN DOMINICANO EXCEPCIONAL

Por: Freddie Cabral Escultor Conocí al Arquitecto Féris en septiembre de 19 70 cuando entré a formar parte del alumnado de la Escuela de Artes del Instituto de Estudio Superiores, auspiciado por Apec, -hoy Universidad Apec- centro dirigido por la pintora Julia Sánchez de Guerra, él, siendo muy joven, ya con un doctorado en Arquitectura obtenido en Italia, era profesor de perspectiva e historia del arte, Myrna Guerrero Villalona también formaba parte del estudiantado. En poco tiempo, obviando la diferencia de rangos nos hicimos amigos, lo admiraba por la facilidad de sus explicaciones y las formas de hacernos entender cosas profundas, filosóficas a veces, de manera simple, las palabras, sin necesidad de acudir a libros de textos, brotaban de sus labios a borbotón. Adentrándome en su mundo la admiración aumentó, pues conocí a su esposa Ingrid, sus tres hijos pequeños, era un padre amoroso que amaba a su familia y la religión católica: iba diariamente a misa.
Uno de los seres más generoso que he conocido, la palabra no, cuando se trataba de ayudar difícilmente la usaba, en una ocasión me confesó que dirigía 15 instituciones sin fines de lucro, además, siempre estaba disponible para dar discursos en actividades culturales y cualquier evento que requiriera su participación. Cuando la patria requirió de sus servicios lo hizo con responsabilidad y esmero: fue Embajador en varias ocasiones, también director de Patrimonio Monumental. Como arquitecto alcanzó grandes logros, al extremo de ser considerado entre los 10 más destacados del país. Compartimos en su encantador “museíto”, un espacio íntimo destinado a sus libros, obras de arte y recuerdos atesorados. Admiré su amor por los gatos, los cuidaba con esmero dedicándole mucho tiempo. En el plano artístico siempre me enseñó y apoyó, estuvo presente en cada una de las inauguraciones de mis exposiciones – 15- presentadas en nuestro país, también acudía frecuentemente a mis talleres para ver y opinar acerca de los rumbos por donde se dirigían mis nuevas creaciones. Siempre recordaré los desayunos que, por la mera razón de estar juntos, reír, conocer novedades y estados de salud, compartíamos Myrna, él y yo, en un restaurante capitalino, cabe destacar la gracia que poseía para contar chistes y anécdotas, el que estaba a su alrededor siempre reía, dispensaba un trato amable para todos.
Por más de medio siglo pude compartir con el Arquitecto Féris, lo conocí a fondo, me presentaba a sus amigos de manera jocosa: “es mi hijo que se pasó un poco en el horno”. Tuvimos la oportunidad de colaborar juntos en la ejecución de obras de arte de dominio público, cabe destacar Paisaje con frutas, para el Supermercado Nacional de la Avenida 27 de febrero con Abraham Lincoln y Mapamundi, para la agencia de viajes Prieto Tours, ambas en diferentes metales, a principios de los 80. Recientemente visitó nuestro museo para ver mi exposición Libérrimas solo las aves, la primera de pintura en nuestra patria, sorprendido expresó: Alcanzan un alto nivel como tus esculturas. En un habiente alegre como manteníamos siempre nos despedimos, sin saber que era un adiós definitivo. Con los ojos llenos de lágrimas y el corazón henchido, apelando a los recuerdos, que por momentos se tornan vagos, escribo estas letras certificando el vínculo con mi maestro, un ser excepcional que tuve el privilegio de conocer, admirar y respetar como un padre, un gran hombre que, por sus vínculos con la educación, la filantropía y amor a nuestra patria, debe ser recordado por siempre.

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