Himno a la Patria

viernes, 15 de diciembre de 2023

Un Presidente ejemplar

Por: Christian Paniagua …el lenguaje mudo del mundo es maravilloso, revelador y genial, cuando exalta lo correcto, lo que está bien hecho; y se impone, a su paso, sin prisa ni pausa. Mas, si la iniciativa viene atada a la elegancia que le imprime el poeta, que, asido a la palabra, cual espadachín, va decapitando canallas y ajustando puntos sobre las íes de los irreverentes. Mientras eleva el amor a lo espiritual y retorna lo espiritual a la tierra. ¡Grande eres, Señor de los justos! Nos diste al cantor que, por su obrar, no calla la vida ni muere la esperanza por un mundo mejor. ¡Proclamo entonces a los redentores del mundo! Me uno al coro de los que decretan que “Hay mucho, mucho más, amor que odio. / Más besos y caricias, que mala voluntad”. ¡Amén! Hermosa balada, “Digan lo que digan”, de Rafael Martos, cuando canta “La gente quiere paz y se enamora. / Y adora lo que es bello, nada más.”. En ese y en otros versos del artista, que le canta a la paz y a la vida, está la sentencia que ningún malvado, ni antes ni ahora, puede ignorar, y mucho menos incumplir, sin importar que la tecnología amenace. Que la comunicación llegó para exaltar lo malo, para enlodar reputaciones, para remunerar al necio que es capaz de grabar una desgracia en proceso, antes que saltar y auxiliar a la víctima: ¡Perdónalos, Señor, ¡a pesar de que saben lo que hacen!, pero a poco castígales, para que sus ojos vean cómo lo justo, lo correcto y lo bueno prevalecen en el nombre del Altísimo, por la sencilla cuestión de que “la razón, tal y como es, no necesita motivos”. Así las cosas, va mi granito de arena. Me regocija la dinámica que, firme, se construye, se impone en la geopolítica latinoamericana, donde terminó el tiempo del miedo, de la impunidad, y empezó el tiempo de la esperanza. Sí, ¡¡Libertad, carajo!! Por sus fueros se alza el efecto Nayib Bukele, amo, señor y estandarte de lo políticamente bien hecho. ¡Protégelo, Dios, ¡con tu Espíritu! Que su obrar prevalezca hasta el punto en que le envidien, sin que sea pecado; hasta que su ejemplo otros presidentes quieran o se atrevan a imitar, a calzar sus zapatos. ¡A superarlo, pues! Paradigmas sobran: desde Catón hasta Mojica. Hombres y mujeres de valía, para bien gobernar, hubo. Europa hace tiempo que exhibe ministros y presidentes ejemplares, además de Asia (vea el caso de Singapur); y sin ir muy lejos, aquí cerca, anótese que el Caribe modeló mandatarios prudentes: Juan Bosch lo intentó, quiso, pero no lo asimilaron y, asediado, tras 31 años de tiranía y represión, cuando la investidura lo llamó a capítulo. En ese instante hombruno, su hora undécima , hay quien dice que fue mejor ser humano que político, otros acusan de que le faltaron bragas, que violentó el protocolo, que, en su casa, siendo ya presidente, hubo veces en que se pasó de humilde y colaba café él mismo, y les servía tazas a militares de poco rango. Pero lo peor, en un viaje a México, le informó al país que le acompañarían dos sargentos. ¿Cómo? ¿Tiranía con apoyo popular? Soberanapifia jerárquica que mal lo proyectó y, lastima, no le brotó del pecho lo que le sobra a Bukele: accionar, delegar. Pero bien, suponer no quiero ni puedo; sería un delito del espíritu. Además, es imposible cabalgar el camello que ya pasó. Propongo un manual Nayib Bukele, obligatorio, para quien gane una presidencia, sin importar si llegó por las urnas, por las armas o el fraude; siempre habrá espacio para la excelencia, para corregir. Que la Constitución obligue al recién electo a leer dicho manual. Que el ejemplar esté sobre su escritorio ese primer día, ahí;cuando el suertudo juramentado supere su condición de simple mortal, para situarse al mando, ¡cerquita de Dios! Tan señor de sus vasallos, que decida quién vive, quién muere y quién se reviste de fama y de poder. Que, contagiado por el sumo bien, se case con la gloria y coja por el cuello a la circunstancia, y la doblegue. Que descascare la semilla corrupta hasta simplificar todo proceso, y le sea posible ordenar la cosa pública y la privada, porque malandrines hay de un lado y del otro. Mas, también, hay leyes, tantas como impunidad logró el político que la promulgó y la engavetó. El Manual Bukele enseña cómo superar esas trampas de mono. ¡Sí, señor presidente!, la historia lo registrará en grande. Si aquel pudo, usted más. Virtudes le sobran: las condiciones están dadas y, si lo bien hecho se imita, si Bukele dio un paso al frente y asemeja lo que propone el filósofo: “¡Bien gobernar para hacer feliz a su pueblo!”. Vale modelar al joven mandatario como a toda voz proponen Javier Milei, en Argentina y Daniel Noboa, en Ecuador. ¡Bien por ellos! Hacen lo correcto, sin renunciar a un estilo propio, podando, eliminando desde ya a lacras y cómplices, hasta agenciarse el apoyo de la ciudadanía y despuntar en las preferencias. ¡Ruge León, ruge! ¿Es posible superar a Bukele? ¡Claro que se puede! Es compromiso en proceso, intención que camina sola, y el dominicano honesto suspira esa bendición, apoyar al presidente ejemplar, bailar en las calles con Fernando Villalona, escuchar en conciertos a Facundo Cabral y a Alberto Cortez, desde la dimensión de al lado, aquellos espíritus cantores felices de Argentina, y nosotros, sumados a la gran fiesta. ¡Waaaao! Lindo es ser el más amado, sin trapisondas, sin comprar encuestas ni tirar la piedra y agachar la mano. Caminar entre la gente con hidalguía, con la frente en alto. Pero lo mejor: sentarse a la mesa con la familia y mirar a los hijos de frente, orgullosos y plenos, mientras la oposición se cuece en sus propios jugos y se evaporan, ridículos, ahogados en estratagemas baratas cual bichos insensatos en el mar de sus conjeturas. Y usted, presidente, orondo, gobernando pleno, preferido por las masas que, jubilosas, jamás se cansarán de llevarlo sobre sus hombros.

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