Himno a la Patria

jueves, 30 de noviembre de 2023

Lo que de arriba viene,conviene…

Por: Christian Paniagua …en filosofía…todas -retadores manuales míos de cabecera- siempre distingo -directo o entre líneas- cómo subyacen reglas: “trata a los demás como deseas ser tratado” -regla de oro- Ese llamado desborda los códigos religiosos. Pero lo más hermoso es la llamada a la quietud que auspicia el filósofo. Su apego al sumo bien y al abandono de toda disputa: “vencer sin luchar”, propone El Arte de la Guerra de Sun Zut, mientras Buda llama al ascetismo… al retiro… a la negación como logro y LaoTse señala en el Tao te king “No hago nada, y las cosas paulatinamente se ordenan a mi favor”. Voy al grano: si no insistir es provecho y se gana perdiendo. Si dejar fluir es alternativa y camino expedito al éxito -al Nirvana- entonces “todo conviene”. Vale vivir la espera hasta ver las cosas manar a favor. Nítido: bella retórica, pero, el problema es la política: arte de lo posible que en todo incide: que hace del esperar suplicios… vainas y conjeturas que alteran los tiempos, los bolsillos y las conveniencias… Luego. Sea o no sea creyente el afectado: la política es otra melodía, empalagosa y, ya con guitarra, con violín o a capela, hay que saber bailarla ante la complejidad de los tiempos… En ese punto la Biblia incide, a favor – ¿cómplice o solícita? – ¡Sepa usted! Soberano bálsamo. “El tiempo de Dios es perfecto”, cita y pondera de mil y una manera el libro más leído sobre la faz de la tierra, según cristianos y ateos. Así las cosas -temeroso de Dios- no niego, no cuestiono, no desobedezco un llamado del Cielo -sitúeme al lado de la mayoría- cómodo, para despachar que “a su tiempo maduran las uvas”. Que no hay plazo que no se cumpla porque -en tierra firme- lo que ni el dinero ni la astucia logra, la fuerza lo ordena -más temprano que tarde- en nombre de la ventaja o del Amor. Sí. Lo que no logre el “Excelentísimo” lo establecerá el Altísimo -la naturalezaque es Dios- ¿de antemano apoyada por el filósofo? Por supuesto. Escrito está: “todo intento deliberado por alterar la naturaleza de las cosas, solo causa confusión y enredos”, filosofó alguien. Ahí se impone el Cielo -rugiente o mudo– con señales inequívocas que nada más el ignorante desoye, porque ignora hasta su propia desgracia. Véase el caso Haití y agitaciones afines -de unos cuantos facinerosos- por desviar el caudal de un rio que, ya fluía -libre y serpenteante- cuando el Hombre llegó al prado y por su sitio fluirá hasta que la madre naturaleza -no el hombre odioso– decida otro cause. Entonces. Al asunto política y enredos cotidianos -dentro y fuera del país- A cuando Dios -juez de jueces- toma cartas en las tramas y prevalece. A eso algunos le llaman SUERTE del gobernante de turno, pero No: quien obra es la razón, las oraciones del pueblo llano y la afinidad del presidente con Dios -mentor y guía- y ante quien se arrodilla. Esa es la diferencia, la luz que ilumina al que pone a Dios sobre toda apetencia y se sabe justo y prudente para dejarse guiar. Luego, como Dios conectando a uno conecta a diez, bendice también a su pueblo y hace que lo correcto e imparcial prevalezca: que se alce con la gloria todo aquel de buen corazón. El Cielo deshizo el muro de la discordia y ¡qué bueno! ¡Olé presidente Luis Rodolfo Abinader Corona! Enhorabuena. Dios obra a favor de lo que conviene a justos y a pecadores -adentro y afuera- infinita piedad, así duela, y eso, hay que ponerlo en justa perspectiva porque, si fuera mala la intención del que gobierna, todo iría de mal en peor -al de mal corazón el karma lo somete-. Pero ante el drama internacional y la lucha interna -políticamente hablando- vale admitir que de un plumazo la lluvia puso todo en su lugar y -¡atención!- repartió las culpas y le aguó la fiesta a una oposición que ya se limaba los dientes para enlodar al líder y ahora, no pueden más que plegarse, vestirse de hipocresía y unirse: ver desde las gradas al presidente Abinader atender las necesidades del pueblo que está unido ante la desgracia, por obra o por razón. Pero también porque “Dios no tiene preferencia, pero siempre ayuda al que obra bien”. Diez puntos a favor de Abinader por ser un buen tipo. Por enseñar con el ejemplo y por creer en Dios y rogar sabiduría para gobernar -pero más- por corregirse cuando yerra…

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