Danilo Cruz Pichardo
He estado observando resultados de investigaciones de opinión y un alto porcentaje de dominicanos que sufragaron por Luis Abinader, en los comicios del 5 de julio de 2020, no lo haría nuevamente en 2024. El número varía entre una encuesta y otra, pero siempre oscilando entre el 31 y el 48%. Y el grueso de los consultados pertenece al PRM.
Se trata de un indicador que revela decepción y arrepentimiento, sobre todo en personas de clases media y baja que observan con sorpresa e impotencia que el cambio por el que votaron no fue tal. Y que nunca antes --en el trayecto de la historia social dominicana-- se había visto un gobierno que solo favorece descaradamente a los que más tienen.
No obstante, todavía Luis Abinader encabeza la intención de votos favorables con miras al certamen del 2024. El jefe de Estado ha estado recibiendo entre el 35 y el 42%, lejos del requerido 50%, establecido en la Constitución.
El posicionamiento no es malo, pero algunos analistas se preguntan: ¿hacia dónde crecería? Pudo unificar a su partido, pero sus medidas antidemocráticas, su creencia de líder excepcional y su triunfalismo podrían conducirlo a una derrota electoral inminente.
En otro orden se observa decrecimiento significativo en el PLD, ante el descrédito público de sus principales líderes. Desde el certamen electoral de 1994, en el cual sacó apenas un 13%, esa organización no había registrado una posición tan desfavorable.
En principio Leonel Fernández fue el mayor beneficiario del desgaste peledeísta, pero parece haber agotado el combustible y el pico más alto alcanzado fue de un 30%. Ha bajado y se ha colocado hasta en un 17%, número que varía de conformidad a las circunstancias y evolución de los acontecimientos.
El PLD, por su parte, podría correr la misma suerte del PRD y del PRSC. Trilla el camino de minoría. Y, al mismo tiempo, pese al esfuerzo que hace Leonel Fernández por ofertarse como una alternativa fresca, la gente lo percibe como algo de un ayer corrupto.
Muchos electores no quieren volver al pasado, pero simultáneamente rechazan a Luis Abinader, por su forma clasista de gobernar y otros dominicanos por la inflación en bienes y servicios que afecta a todos los consumidores, lo que genera un vacío político, que sería llenado oportunamente. Hace apenas meses que la percepción era entre Luis y Leonel. Es decir, se queda uno o vuelve el otro. Eso cambió.
El espacio de centro izquierda, social demócrata o socialista democrático, como usted prefiera llamar a aquel campo que ocuparon aquellos que seguían y siguen las ideas de Juan Bosch y Peña Gómez, está totalmente vacío. Luis Abinader, en la práctica, es un conservador, un hombre de ultraderecha, aunque por conveniencia cuando le parece trae a colación que su padre, el doctor José Rafael Abinader Wasaf, estuvo en la Revolución de Abril de 1965.
De todas maneras, es difícil que Abinader pierda unas primarias en el PRM, porque controla su cúpula y apelaría a los empleados públicos, al presupuesto de la nación y a métodos antidemocráticos, los cuales, a fin de cuentas, contribuyen también a debilitarlo moralmente más ante el electorado nacional.
Y no es verdad que Guido Gómez, precandidato presidencial del PRM, aprobaría conductas antidemocráticas e ilegítimas en su contra, por lo que podría encabezar la boleta de una cuarta fuerza electoral, de una coalición de organizaciones de ideologías y colores diferentes que se está formando. Su nombre se baraja. Y de aceptar se llevaría más de la mitad del PRM.
Mi olfato político me dice que, ante la diversidad de opciones para el torneo del 2024, habría segunda vuelta. Y si Guido queda entre los dos primeros lugares iría a la segunda ronda como favorito, porque la gente de la FP ni del PLD votaría por Luis Abinader.
El suscrito admite que algunos datos expuestos en este trabajo caen en el campo de la especulación, porque los análisis suelen basarse en hechos concretos y todavía el panorama, para proyectar el futuro, está indefinido, razón por la cual utilizo el vocablo “podría” en el título que encabeza. Es decir, no descarto que Guido gane las elecciones 2024, porque es una figura pública de gran carisma y la gente, en un alto porcentaje, está desaprobando al PLD, a Leonel y a Luis.
Aparte de esos rechazos ya la gente empezó a no seguir siglas ciegamente. El antiguo todopoderoso Partido Reformista (convertido en Social Cristiano para el certamen de 1986) prácticamente desapareció. Es una entelequia, como entelequia es el PRD, desde el momento en que fue vaciado y creado el PRM.
El PLD podría también convertirse en minoritario. Y un PRM, privatizado por Luis Abinader y al servicio de la oligarquía, podría morir muy pronto, tanto así como al salir del poder, escenario en el cual Abinader tendría problemas internos y externos.
En nuestro país hay gente que piensa que los jefes de Estado son mesías y políticos invencibles. Es así como en su momento se consideró a Trujillo, a Balaguer, a Leonel y a Danilo. Y siempre se subestimaba a los opositores, como se subestimó a Luis Abinader con todo tipo de calificativos, por los mismos que hoy, por ventajas circunstanciales, lo idolatran y, sin haber hecho nada, lo perciben como padre de la patria.
Luis Abinader es simplemente un dichoso. El PLD se dividió, la gente se hartó de los excesos de corrupción y la presidencia le cayó en las manos, aunque en su cabeza está la creencia que ganó por su carisma y ahora, borracho de poder, descarga sus pasiones y patea a sus compañeros que contribuyeron a llevarlo donde se encuentra.
A veces se dan acontecimientos que la población, mayoritariamente, tenía muy lejos. En la actualidad mucha gente sabe ya por quien no va a votar, pero aún no tiene definida la persona por la que sufragaría en 2024, dado el enorme vacío político. Ese vacío alguien lo llenaría y el suscrito no descarta que sea con Guido Gómez Mazara.
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